miércoles, 23 de febrero de 2011

Del amor al odio

"Su pelo era tan negro que no siempre brillaba, pero nunca lo tuve en cuenta. Su mirada directa y clara, escuchaba cada uno de mis problemas, sus ojos marrones también acompañaban mis frases no pronunciadas, me apoyaba en cada decisión donde la firmeza flaqueaba y a pesar de estar rodeados de gente sentía su presencia como única, daba igual a cuantos metros de distancia estuviera.

Sonreir con él era el estado constante unos minutos después de haber estado enfadada o estresada o frustrada. Nuestro silencio era mucho más confortable que cualquiera gesto de cariño. Nos entendíamos, olía a coco y a un champú de especies, una combinación exótica que me acentúa en el recuerdo la sonrisa.

Él aprendió a conocerme en la misma medida que yo reconocí que lo admiraba. Cada momento en el que me hacían reir lo guardaba para compartirlo con él".

-------------------------------------------------------------------------------------

"Habla, no deja de murmurar, es un sonido tan molesto que encaja con su ropa de colores llamativos. Cinco veces en 20 segundos ha parecido en sus frases el pronombre personal yo.

No hago ningún esfuerzo por aparentar escucharlo, tampoco intento participar en la conversación aunque no se da cuenta. Al menos su mirada es lo suficientemente sincera como para mostrarnos que cualquier comentario del resto no le va a interesar.

Rápidamente echo la mano al bolsillo cuando comprendo que se está despidiendo, otra vez voy a tener que pagar yo".

Un mal trago

El tomate de los espaguetis a la boloñesa salpicó mi camisa nueva, evité mirar las acusadoras manchas y seguí contándole a mi madre todo lo que Emilio y yo habíamos decidido aquel día. ¡Nos casábamos y nos íbamos a vivir juntos! Estaba tan emocionada que sabía que tenía que parecer ridícula.

-Vamos a casarnos el 10 de septiembre -miré a mi madre y su expresión distante me hizo reflexionar sobre la fecha- ¿No te parece bien el día.

-No hará ni frío, ni calor -dijo mi madre mientras mostraba su conformidad.

Aunque una pequeña sonrisa apareció sorpresivamente en su boca, sus ojos no se fijaron en mí, ni siquiera cuando me habló.

-Entonces, ¿qué te pasa?

Su silencio era cada vez más extraño, era difícil que se mantuviera callada todo el tiempo, tan ausente. ¿Qué ocurría? Entonces lo recordé, había ido al médico, la revisión sobre sus dolores abdominales.

-Mamá, es por la revisión, ¿no? ¿qué te ha dicho el médico?

El titubeo de mi madre me empujó a sujetar con fuerza el tenedor, la respiración se cortó en mi pecho, y fue entonces cuando susurró:

-Tengo cáncer.

El sabor de los espaguetis en mi garganta me supo a tierra. No podía pensar en nada, tampoco supe qué decirle.

HAIKUS

MIRADAS FIJAS
SOBREVUELAN LA MOSCA
QUE HUYE AL OTOÑO.

TIENTA LA LONA
EL SONIDA AUSENTE
DE TECLAS NEGRAS.

sábado, 19 de febrero de 2011

La literatura fronteriza

"La literatura que no emociona no es capaz de hacer pensar", esta frase que me comentó DON Andrés Neuman en una entrevista choca de forma radical con los teóricos de la comunicación quienes coinciden en que apelar a las emociones y a los sentimientos en un texto de opinión es una forma burda, la peor vista, para ganarse adeptos. La emoción es la forma mas fácil para persuadir a alguien y si no que se lo comenten a los expetos en comunicación política y al gabinete asesor de Obama que ganaron las elecciones, entre otras cosas, por el uso del storytelling -video que identifica al candidato apelando a la humanidad y a los sentimientos-.
En definitiva, que creo, como Neuman, que la gente no se implica si no es algo personal y que a la hora de escribir hay que entablar ese dialogo intimo e intransferible entre autor y lector.

Espero haberlo conseguido contigo.

Por cierto no os perdáis el 2 número de la revista terral-www.revistaterral.com donde se publicaran las entrevistas de Andrés Neuman e Inés Guzmán.