miércoles, 23 de febrero de 2011

Un mal trago

El tomate de los espaguetis a la boloñesa salpicó mi camisa nueva, evité mirar las acusadoras manchas y seguí contándole a mi madre todo lo que Emilio y yo habíamos decidido aquel día. ¡Nos casábamos y nos íbamos a vivir juntos! Estaba tan emocionada que sabía que tenía que parecer ridícula.

-Vamos a casarnos el 10 de septiembre -miré a mi madre y su expresión distante me hizo reflexionar sobre la fecha- ¿No te parece bien el día.

-No hará ni frío, ni calor -dijo mi madre mientras mostraba su conformidad.

Aunque una pequeña sonrisa apareció sorpresivamente en su boca, sus ojos no se fijaron en mí, ni siquiera cuando me habló.

-Entonces, ¿qué te pasa?

Su silencio era cada vez más extraño, era difícil que se mantuviera callada todo el tiempo, tan ausente. ¿Qué ocurría? Entonces lo recordé, había ido al médico, la revisión sobre sus dolores abdominales.

-Mamá, es por la revisión, ¿no? ¿qué te ha dicho el médico?

El titubeo de mi madre me empujó a sujetar con fuerza el tenedor, la respiración se cortó en mi pecho, y fue entonces cuando susurró:

-Tengo cáncer.

El sabor de los espaguetis en mi garganta me supo a tierra. No podía pensar en nada, tampoco supe qué decirle.

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